viernes, 13 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 2!!

Hola!! Aquí os traigo el capítulo 2, espero que os guste :)

--
--


Por mi mente sólo pasa una pregunta. ¿Por qué? ¿Por qué mi madre nos ha sentenciado a muerte? ¿Por qué le ha dado las teselas a este hombre? Ha dicho que no se hace a la idea de verme morir en los juegos. Pero, ¿acaso no es peor morir de hambre?
Avanzo un poco más y me sitúo delante de mi madre, que me mira, horrorizada porque lo haya escuchado todo.
-¿Qué haces aquí? Deberías estar durmiendo.
-He escuchado voces y quería saber quién era.
-Bueno, pues yo soy Houl. A partir de mañana te entrenaré por si vas a los juegos, para que estés preparada.
-Y ahora, a dormir.
Cuando mi madre me habla en ese tono me doy cuenta de que no tengo nada que decir para que cambie de opinión.
Subo las escaleras lentamente, peldaño a peldaño. En el salón sólo hay silencio. Supongo que nadie pensaba que pudiera haberlos escuchado, pero el caso es que lo he hecho. Me tumbo en mi cama y me tapo con una manta raída. Mañana será un largo día, de eso estoy segura.
Noto que unas manos me sacuden con delicadeza. Abro los ojos y me doy la vuelta, para poder ver quién me ha despertado. Me encuentro cara a cara con unos ojos dorados. No me esperaba que nadie estuviese tan cerca, y no puedo controlar un gritito ahogado.
-Venga, despierta. No puedo creer que tu madre pretenda que ganes los juegos y ni siquiera puedes evitar gritar cuando ves a tu padre.
-Yo... Lo siento papá. No pretendía gritar, es sólo que no te esperaba tan cerca.
-Vale, no pasa nada, no te preocupes. Y ahora será mejor que te vistas y te prepares para ir a entrenar. Houl llegará en media hora.
Cuando dice esto, mi padre sale de la habitación, cerrando la puerta detrás de sí. Me giro hacia el armario de madera, y reviso lo que hay dentro. Cojo una camiseta negra, unos pantalones color arena que siempre me han gustado mucho y unas botas que creo que se llaman “militares”.
Bajo las escaleras, y me dirijo a la cocina. No tenemos mucho para comer, y a partir de ahora, menos vamos a tener. Rebusco y encuentro un trozo de pan, que me como a mordisquitos rápidamente, sin desaprovechar ni una sola migaja.
Escucho unos golpes secos. Llaman a la puerta. Como soy la que está más cerca, me apresuro a abrir. Al abrir la puerta veo a Houl, que me mira con ojos de estar pensando que nunca conseguirá que haga algo provechoso.
Cojo mi chaqueta y salgo, no sin antes gritar que me voy con Houl para que no se preocupen por mi. Empezamos a andar, y cuando ya llevamos un buen trecho no puedo soportar más el no saber dónde estoy y le pregunto.
-Houl, ¿Dónde vamos a ir?
-Al bosque – me dice en un susurro, pese a que no hay nadie cerca -. Es el mejor lugar para entrenar sin que nos vean.
No discuto su decisión, pese a que sé que no se debe ir al bosque. Pero he visto gente pasando la alambrada y sé que no está tan castigado como se supone que debería, así que lo sigo.
Al llegar a la alambrada veo que Houl se dirige a un árbol. Me quedo mirando cómo trepa y se para en una rama gruesa, que pasa por encima de la alambrada. Cruza la rama y se agarra a otro árbol del otro lado de la vaya. Luego va descendiendo poco a poco con cuidado y baja al suelo. Me mira con cara de asco.
-Venga. ¿A qué esperas? - me dice.
Con muchísimo cuidado, pongo un pie en el tronco del árbol y me impulso con el otro. Poco a poco, y mucho más despacio, consigo pasar y colocarme en frente de Houl.
-Bien, creía que no podrías. Ahora vamos.
Sale corriendo a través del bosque, y no para hasta que llegamos a un claro. En él hay unos palos largos y unos cuantos de espantapájaros colgados de los árboles.
-Venga, coge este palo como si fuera una espada y ataca a los muñecos – dice tendiéndome uno de los palos.
Lo cojo con la mano temblorosa, e intento atacar a un espantapájaros, pero la simple idea de imaginarme que sea una persona de verdad me hace dar un grito y soltar el palo.
Houl me mira con cara de desaprobación y empieza el camino de vuelta a casa. Creo que se ha acabado mi sesión de entrenamiento.
Y así pasan los días, poco a poco, mientras que yo me hago la promesa de que algún día, tarde o temprano, seré capaz de darle un golpe al muñeco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario