sábado, 1 de febrero de 2014

Capitulo 12

Hola! Siento muchisimo habe restado sin escribir tanto tiempo de verdad. Ha sido por motivos personales. Prometo que no va a volver a pasar.
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Me despierto sobresaltada, y miro a Lobelia. Su pecho sube y baja tranquilamente, y me doy cuenta de que nada ha pasado. Me abrazó a la almohada y poco a poco el sueño me vence.
**años después**
Me levanto por la mañana y me dirijo al armario. Sonrío y miro a Lobelia, que sigue dormida en la cama. Recuerdo como hace seis años se vino a mi casa, y con eso vuelvo a recordar el sueño que tuve aquella noche cuando Liberia durmió por primera vez en mi casa. Mis padres la acogieron muy bien, ayudaba con todo lo que podía y cuidó a los mellizos cuando nacieron.
Me pongo un vestido celeste. Es muy sencillo, pero me gusta. Este vestido ya me lo puse hace un año, en la cosecha, y ahora me lo vuelvo a poner ahora, un año después.
Estoy nerviosa. No puedo evitar pensar que saldré elegida, porque he pedido muchas teselas, y aunque Lobelia también pide para que tengamos algo para comer, he tenido que pedir muchas más que normalmente, debido a que mis hermanos están creciendo y comen más.
Me dirijo hacia la cama y la muevo suavemente para desperta. El año pasado salió elegida, pero una chica mayor se presentó voluntaria. No creo que haya dormido mucho esta noche, y no quiero asustarla.
Cuando ya estamos las dos vestidas bajamos a desayunar. Me extraña que ya estén todos levantados cuando bajamos. Mis hermanos, un chico con mi pelo pelirrojo y los ojos de mi padre, de color ámbar, y una niña con el pelo rubio y los ojos verdes de mi madre. Con sólo seis años ya entienden la gravedad de esta situación.
**dos años después**
Como todos los años desde que estré en edad elegible, me dirijo con Lobelia a la plaza, desde la que será la cosecha.
Nos vamos a una fila de chicos y chicas, que esperan para que un agente de la paz les pinche con un dedo, para poder llevar un registro de la gente del distrito.
Aprieto los dientes y dejo que me introduzcan la aguja en el dedo. Después espero a que Lobelia también se lleve el pinchazo y nos vamos juntas a la zona delimitada para las chicas de quince años. Llega la acompañante, nunca he sabido como se llama, pero le tengo tanto asco que siempre será la acompañante y ya. Mientras da el discurso, Lobelia y yo aprovechamos para intercambiar unas palabras de apoyo y un abrazo.
Después, a la voz de "las damas primero", cierro los ojos y rezo para que no salga yo.