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Por mi
mente sólo pasa una pregunta. ¿Por qué? ¿Por qué mi madre nos ha
sentenciado a muerte? ¿Por qué le ha dado las teselas a este
hombre? Ha dicho que no se hace a la idea de verme morir en los
juegos. Pero, ¿acaso no es peor morir de hambre?
Avanzo
un poco más y me sitúo delante de mi madre, que me mira,
horrorizada porque lo haya escuchado todo.
-¿Qué
haces aquí? Deberías estar durmiendo.
-He
escuchado voces y quería saber quién era.
-Bueno,
pues yo soy Houl. A partir de mañana te entrenaré por si vas a los
juegos, para que estés preparada.
-Y
ahora, a dormir.
Cuando
mi madre me habla en ese tono me doy cuenta de que no tengo nada que
decir para que cambie de opinión.
Subo las
escaleras lentamente, peldaño a peldaño. En el salón sólo hay
silencio. Supongo que nadie pensaba que pudiera haberlos escuchado,
pero el caso es que lo he hecho. Me tumbo en mi cama y me tapo con
una manta raída. Mañana será un largo día, de eso estoy segura.
Noto que
unas manos me sacuden con delicadeza. Abro los ojos y me doy la
vuelta, para poder ver quién me ha despertado. Me encuentro cara a
cara con unos ojos dorados. No me esperaba que nadie estuviese tan
cerca, y no puedo controlar un gritito ahogado.
-Venga,
despierta. No puedo creer que tu madre pretenda que ganes los juegos
y ni siquiera puedes evitar gritar cuando ves a tu padre.
-Yo...
Lo siento papá. No pretendía gritar, es sólo que no te esperaba
tan cerca.
-Vale,
no pasa nada, no te preocupes. Y ahora será mejor que te vistas y te
prepares para ir a entrenar. Houl llegará en media hora.
Cuando
dice esto, mi padre sale de la habitación, cerrando la puerta detrás
de sí. Me giro hacia el armario de madera, y reviso lo que hay
dentro. Cojo una camiseta negra, unos pantalones color arena que
siempre me han gustado mucho y unas botas que creo que se llaman
“militares”.
Bajo las
escaleras, y me dirijo a la cocina. No tenemos mucho para comer, y a
partir de ahora, menos vamos a tener. Rebusco y encuentro un trozo de
pan, que me como a mordisquitos rápidamente, sin desaprovechar ni
una sola migaja.
Escucho
unos golpes secos. Llaman a la puerta. Como soy la que está más
cerca, me apresuro a abrir. Al abrir la puerta veo a Houl, que me
mira con ojos de estar pensando que nunca conseguirá que haga algo
provechoso.
Cojo mi
chaqueta y salgo, no sin antes gritar que me voy con Houl para que no
se preocupen por mi. Empezamos a andar, y cuando ya llevamos un buen
trecho no puedo soportar más el no saber dónde estoy y le pregunto.
-Houl,
¿Dónde vamos a ir?
-Al
bosque – me dice en un susurro, pese a que no hay nadie cerca -. Es
el mejor lugar para entrenar sin que nos vean.
No
discuto su decisión, pese a que sé que no se debe ir al bosque.
Pero he visto gente pasando la alambrada y sé que no está tan
castigado como se supone que debería, así que lo sigo.
Al
llegar a la alambrada veo que Houl se dirige a un árbol. Me quedo
mirando cómo trepa y se para en una rama gruesa, que pasa por encima
de la alambrada. Cruza la rama y se agarra a otro árbol del otro
lado de la vaya. Luego va descendiendo poco a poco con cuidado y baja
al suelo. Me mira con cara de asco.
-Venga.
¿A qué esperas? - me dice.
Con
muchísimo cuidado, pongo un pie en el tronco del árbol y me impulso
con el otro. Poco a poco, y mucho más despacio, consigo pasar y
colocarme en frente de Houl.
-Bien,
creía que no podrías. Ahora vamos.
Sale
corriendo a través del bosque, y no para hasta que llegamos a un
claro. En él hay unos palos largos y unos cuantos de espantapájaros
colgados de los árboles.
-Venga,
coge este palo como si fuera una espada y ataca a los muñecos –
dice tendiéndome uno de los palos.
Lo cojo
con la mano temblorosa, e intento atacar a un espantapájaros, pero
la simple idea de imaginarme que sea una persona de verdad me hace
dar un grito y soltar el palo.
Houl me
mira con cara de desaprobación y empieza el camino de vuelta a casa.
Creo que se ha acabado mi sesión de entrenamiento.
Y así
pasan los días, poco a poco, mientras que yo me hago la promesa de
que algún día, tarde o temprano, seré capaz de darle un golpe al
muñeco.
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